Se trata de “un espacio de atención para personas que estén en situación de violencia o discriminación por motivos de género en la Universidad, y comprende todas aquellas relaciones que se desarrollen en el ámbito de la vida universitaria, concepto entendido como el ejercicio de prácticas académicas, laborales, sociales, políticas; en el marco de las distintas funciones: investigación, docencia, transferencia, gestión extensión; como así también todas aquellas actividades de índole cultural, artísticas, recreativas, deportivas”, comenzó, en diálogo con El Portal de las Universidades, la coordinadora general del protocolo, Alba Salinas.
De esa manera, cualquier situación de violencia o discriminación que se de en el marco de este concepto de vida universitaria “podría ser atendida por el protocolo. No solo si se produce en el emplazamiento físico, sino también en aquellas que se den en el marco de relaciones interpersonales, entre integrantes de la comunidad universitaria. Incluso las producidas a través de las redes sociales o por medios tecnológicos” agregó la abogada.
Por su parte, “el contacto puede ser desde una consulta, sin mayores implicancias, hay personas que concurren al efecto de identificar si lo que les está pasando es una situación de violencia o de discriminación; hasta una denuncia, para lo que se labra un acta y el protocolo hace un informe técnico valorativo, que señala la situación de violencia denunciada, cuáles son los derechos vulnerados, si hay una situación de riesgo inminente y sugiere medidas que tengan que ver con el cese de la violencia denunciada, de reparación, y en algunos casos, si la persona lo desea, iniciar alguna acción administrativa que se tramita en el área Legal de la Universidad”, sostuvo.
El protocolo “trabaja con una serie de principios que rigen su funcionamiento: respeto, no re victimización, asesoramiento, contención y, sobre todo, celeridad y confidencialidad”. Asimismo, su actuación “tiene que ver con objetivos más generales tendientes a erradicar la violencia por motivos de género en la Universidad. Ese trabajo se hace de manera articulada y conjunta con el espacio de Género de la UNMdP, fundamentalmente con un Programa Integral de Políticas de Género”.
Violencia o discriminación en el ámbito universitario
“El protocolo empezó a funcionar en agosto del 2017. Fue una propuesta del movimiento estudiantil que se articuló y conversó con los distintos actores de la Universidad, hasta que en dicha fecha se implementó la ordenanza que se sancionó en el Consejo Superior. En estos cinco años hubo una modificación, ya que después de dos años de funcionamiento, y viendo las dificultades que aparecían en la implementación, se hicieron cambios para mejorar su aplicación”, dijo.
Por último, Salinas reflexionó y dijo que la iniciativa es una herramienta que ha permitido que “situaciones que quizás antes permanecían invisibilizadas y sin la posibilidad de que la persona afectada pudiera tener un espacio de escucha y eventualmente de denuncia, pudieran finalmente hacerlo. Y esto está muy bueno porque en una comunidad como la de la Universidad, que es cerrada, es muy difícil hacer denuncias de este tipo. Si no se cuenta con una herramienta con todos los recaudos como el que tiene el protocolo, es muy difícil animarse a denunciar. En ese sentido es una herramienta necesaria”.
Cabe destacar que desde sus comienzos, el protocolo ha tenido una demanda bastante similar, a excepción del 2020 donde los hechos se redujeron a la mitad, con una cifra de entre 40 y 50 casos por año. Quienes deseen realizar una consulta y, o denuncia pueden acercarse a la sede ubicada en la Escuela Superior de Medicina de la UNMdP, o a través de protocologenerounmdp@mdp.edu.ar.