María Luján Bustos es licenciada y doctora en Geografía por la Universidad Nacional del Sur. Actualmente, está trabajando “en el departamento de Geografía y Turismo de la UNS, como profesora adjunta con dedicación exclusiva para las carreras de Oceanografía y Geografía, y soy investigadora adjunta del CONICET, en el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO)”, comenzó, en diálogo con EcoMedios.
De la misma manera en que no se había propuesto dedicarse a la indagación y a la docencia, “la vida me fue llevando para que profundice en la investigación en áreas costeras. Me dedico, más que nada, a lo que es el manejo costero participativo”. Dentro de dicha temática, desarrolla dos iniciativas.
Por un lado “gané un proyecto de la propuesta Pampa Azul, del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, el cual se enmarca en Ciencia Ciudadana para la investigación ambiental de las costas de la provincia de Buenos Aires”. Y, por el otro, “también tengo otro proyecto más chiquito, con la Red Iberoamericana de Pro Playas, de la cual soy la líder de nodo de Bahía Blanca, por el que estudiamos las colillas de cigarrillo en las playas de Pehuen Có”, dijo.
Dicha tarea impulsada por la Red que articula con Colombia, México, Brasil y Ecuador, y cuenta con otro nodo en la ciudad de Mar del Plata, le posibilita observar “cuántas quedan tiradas en la arena durante un fin de semana, o en épocas turísticas altas y bajas. Vemos eso a través de la Ciencia Ciudadana también porque convocamos voluntarios, y lo comparamos con otros países”, explicó.
Interés por las Ciencias Sociales
“En el secundario empezó mi amor por la geografía, con mi profesora Alicia Barragán. Yo soy de Mayor Buratovich y hace más de 20 años que me vine a estudiar a Bahía Blanca. Al momento de elegir, con 17 años, siempre me acordé de sus clases motivada por las ganas de ver de qué se trataba aquello de que el hombre modifica su ambiente”, recordó.
La primera posibilidad laboral que le surgió fue una pasantía en una agencia de viajes. Pero un día “me contactaron la doctora Cintia Piccolo y el doctor Gerardo Perillo y me dijeron si me interesaba trabajar en playas. Habían visto mi tesis de licenciatura, y me gustó la idea de estudiar las playas de Pehuen Có y hacer el doctorado, por medio de una beca del CONICET. Después entré a la universidad a dar clases, hace unos 9 años”, detalló.
Consultada respecto a los pros y los contras de su profesión, Bustos afirmó que lo mejor era el contacto con la gente, porque eso implica no dejar los resultados en una biblioteca, sino difundirlos y que lleguen también a los políticos, que son los tomadores de decisiones. “A veces eso pasa y está genial”.
“Y lo no tan bueno es que el sistema nacional, y mundial, no está preparado, a nivel científico, para dos cosas: primero, que podamos hacer Ciencia Ciudadana porque el proceso científico nos dice que para poder ascender necesitamos publicar. Pero, a veces, también son necesarios los momentos de relaciones personales con la gente, lo que nos quita tiempo para publicar. Es algo dual”, expresó.
Lo segundo es que, “en mi caso, tengo una nena de 7 años que está en primer grado, entonces necesita mucho a su mamá y el sistema científico es medio cruel ya que no tenés feriados, ni nada. Tenemos una familia detrás que es nuestro soporte, y nos entiende, por ejemplo cuando tengo que ir en pleno invierno a juntar colillas de cigarrillo”. Este rol, “para mí nos quita un montón de tiempo con ellos”.
La ciencia al servicio de la sociedad
Las investigaciones siempre son un aporte a la comunidad en las que están situadas. En el caso de las desarrolladas por la doctora en Geografía, “creo que los principales son el conocimiento y la posibilidad de que quienes viven en las localidades de estudio sean parte de la ciencia. Eso es la Ciencia Ciudadana: es hacer sentir que la persona que vive, y no es ningún científico, pueda ser partícipe y ayudarnos mutuamente”, sostuvo.
Asimismo, “los científicos podemos aprender un montón de los ciudadanos y sus vivencias; ese conocimiento con el que cuenta el residente local, que el científico no lo tiene porque no vive ahí, no sabe las problemáticas reales, es muy productivo. Y, a los resultados las personas los sienten como propios. Por eso, si logramos que un tomador de decisión pueda incorporarlos, leerlos, y aplicarlos en alguna medida, es muy bueno”, finalizó.
La ciencia, y el rol de investigadoras como María Luján Bustos, constituyen una de las herramientas o vías más importantes a la hora de buscar acceder al conocimiento, ya que, gracias a ellas, no solo se pueden solucionar desafíos cotidianos, sino que también beneficia a todo el conjunto de la sociedad.